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APEGO

El ser humano nace en un estado de desarrollo concreto donde sus sistemas terminan de desarrollarse en contacto con el exterior. Los sucesos externos que ocurren en este tiempo tendrán gran relevancia en la manera en que muchos de estos sistemas empiezan y continúan funcionando, y en ello encontramos algunos de los secretos de la supervivencia humana.

El apego o la vinculación que unirán a la madre y al bebé, en un entramado de vínculos o relaciones, comienzan muy al principio; se puede decir que empiezan antes de nacer y, luego, seguirán desarrollándose una vez que el bebé ha nacido. Los primeros momentos después del nacimiento y en cómo esta vinculación, apego o conexión puede empezar de manera más saludable y fluida es de vital importancia para el desarrollo de las dos personas (madre e hijo), para su relación con ellos mismos, entre ellos y con el mundo que les rodea.

Podemos entender el apego como una conducta que involucra un vínculo afectivo persistente a través del tiempo, con una persona específica, emocionalmente significativa y no intercambiable, que despierta deseo de mantener la proximidad de esta figura y produce estrés cuando se da una separación involuntaria. Esta conexión influirá en la manera en que la persona se relacionará con el mundo durante toda su vida. Aquí siempre nos referimos a la madre como dicha figura de apego.

Se ha podido comprobar cómo esta relación de apego tiene una correlación directa con el desarrollo neuronal del niño y con cambios en los sistemas neuroendocrinos de la madre que permiten, finalmente, la iniciación del vínculo entre ambos (Sroufe, 1999).

Para la madre este proceso es necesario para su función de formar y mantener un ambiente lo más parecido al intrauterino y, así, fomentar un adecuado proceso de maduración en el recién nacido que le permita responder activamente a estos estímulos y cerrar el círculo, donde se inicia una mutua dependencia para completar el proceso de apego.

Existe un tiempo crítico después del nacimiento para que se produzca la vinculación y va desde las primeras horas hasta los primeros meses. En algunos estudios se habla de las primeras dos horas como muy importantes en las que muchas de las conductas se establecerán (Klaus, 1972) y algunos de los sucesos e interacciones quedarán grabados como improntas que pueden que ser reconocibles en la persona durante toda su vida. Estos estudios llevaron a un cambio en las dinámicas de los hospitales y facilitaron el que la madre y el bebé no fueran separados durante tanto tiempo, como se hacía antes.

Como dice Nils Bergman (2013) (Sanchís, 2014), que madre e hijo permanezcan piel con piel durante los primeros mil minutos hace que los circuitos neuronales de la inteligencia emocional se conecten: la amígdala (el cerebro emocional) se conecta con el lóbulo prefrontal (el cerebro social).

El contacto "piel con piel" permite un mantenimiento eficaz de la temperatura corporal del recién nacido, mejora la adaptación metabólica, disminuye radicalmente los llantos, refuerza las interacciones madre-hijo, mejora la organización motriz y permite que la primera toma se produzca en el momento elegido por el recién nacido. Si se deja al niño y a los padres tranquilos durante las dos primeras horas de vida, sus comportamientos son bastante estereotípicos (Pilliot, 2006).

Se han hecho diferentes estudios en los que se ha visto la diferencia en la relación que existe entre los bebés y sus madres cuando la separación en las primeras horas es prolongada, a diferencia de las diadas que no son separadas. Esta separación en el postparto tiene consecuencias a largo plazo. La clave del vínculo saludable consiste en permitir que madre y bebé pasen mucho tiempo juntos después del nacimiento y que el recién nacido pueda sentir una voz cálida que le da la bienvenida, un cuerpo cálido que es capaz de cambiar su temperatura con este fin y un toque afectuoso (Klaus, 1986) que le protege, reconoce, limita y apoya.

Lo deseable es poder crear las condiciones adecuadas para dar el contexto necesario para que se establezca la impronta adecuada: la madre se siente apoyada en el nacimiento del bebé y, luego, al niño se le permite el tiempo y el espacio para llegar al pecho y, así, integrar la experiencia vivida durante todo el camino de llegada a este mundo. El respeto de estos tiempos y estos ritmos es de crucial importancia y todo un reto cuando los nacimientos se producen en contextos donde la velocidad es el valor destacado.

Desde la neurobiología a lo emocional

El sistema nervioso establece una serie de conexiones durante las primeras horas que serán determinantes para muchas conductas futuras a nivel neurobiológico, visceral, afectivo, comportamental, etc.